Por María Paz Pinedo, odontóloga de Clínica Colonial
Las caries es una de las enfermedades bucodentales más prevalentes, representando junto a la enfermedad periodontal, la principal causa de pérdida de dientes en las personas que las padecen.
En efecto, las caries es una enfermedad infectocontagiosa multifactorial, provocada por bacterias, que afecta el tejido dentario. Si no es tratada a tiempo, mediante un sellante o restauración, puede llegar a comprometer la pulpa dental generando dolor intenso y llevando a la necesidad de tratamiento de conductos. Incluso puede ocasionar la pérdida de la pieza dentaria si compromete las raíces.
A la vez, la enfermedad periodontal también es provocada por bacterias que afectan a los tejidos de soporte de los dientes, vale decir, encías y hueso, generando inflamación y daño de estos. Mientras la gingivitis se manifiesta con inflamación y sangrado de las encías, la periodontitis, además de lo anterior, se caracteriza por reabsorción ósea, generando pérdida de soporte y movilidad de las piezas afectadas y pudiendo terminar en la pérdida de la o las piezas dentarias afectadas.
Ambas son provocadas por acumulo de placa bacteriana y sarro debido a una higiene deficiente. Tanto la caries como la enfermedad periodontal afectan la función, estética y forma en que nos relacionamos con los demás.
Tips para una buena higiene
En este sentido, resulta fundamental llevar a cabo una higiene dental después de cada comida y de realizarse controles periódicos con especialistas en odontología.
El cepillado dental debe realizarse mínimo 2 veces al día, preferiblemente después de cada comida. Debe efectuarse con cepillo suave, pasta fluorada de 1500 ppm en adultos, debe durar entre 2-3 minutos con movimientos de barrido desde la encía hacia el borde del diente y movimiento anteroposterior en caras oclusales.
Se debe complementar con uso de seda dental a diario y también puede complementarse con un enjuague bucal con flúor, para prevenir de mejor manera la formación de caries.
Asimismo, el cepillo debe ser cambiado cada 2 o 3 meses o cuando los filamentos se observen abiertos o en mal estado. Aquellos pacientes que presentan alguna dificultad para sostener o manipular un cepillo dental convencional, pueden optar por un cepillo eléctrico.
No hay que olvidar que la sensibilidad dental es una respuesta dolorosa de uno o más dientes frente a distintos estímulos. Estos estímulos pueden ser frío, calor, dulces o ácidos o durante el cepillado dental. Esta se produce, generalmente, debido al desgaste o erosión del esmalte, por cepillado agresivo o bruxismo, por retracción de la encía o por perdida de tejido dentario a nivel de los cuellos del diente.
Dado lo anterior, es importante realizarse controles periódicos con el dentista cada 6 meses para así prevenir, diagnosticar y tratar enfermedades de la cavidad oral a tiempo.